El cuento, como un dibujo o como el mar, atempera nuestro cuerpo ante una realidad que se mueve entre extremos y que, como el clima tropical, lo hace sin tregua y con poco tacto.
— Preciosos diamantes húmedos y
transparentes ahora tan escasos. Debes memorízalos, dibújalos, intenta
grabarlos en tu memoria igual que hiciste con tu nombre, porque en poco tiempo
dejarán de visitarnos para siempre y tendremos que estar preparados, esto es
solo un avance.
—
Y, ¿Por qué van a desaparecer, abuelo?
—
No desaparecen. Esto es Etiopía, tierra de
contrastes. Nuestras comunidades admiran y a la vez temen una modernización
demasiado amenazante, pero que esta vez nos podría salvar del abandono de la
diosa Lluvia, quien se lleva sus preciosos diamantes transparentes a otras
tierras. Ahora sin su protección, nuestra tierra es de nuevo castigada por el
cielo y la tierra, por el calor que sofoca y ahoga, o más bien que deshace los
cuerpos que quedan en simbiosis con la arena cálida y brillante. La riqueza de
contrastes. Nos da lo mejor y lo peor, nosotros nos valemos de fuerzas que se niegan
entre sí, como la vida y la muerte. Aquí nos dedicamos exclusivamente a la
tierra y al ganado, y para que la tierra se mantenga fértil necesita del agua. Mira,
tu madre allá a lo lejos, 4 horas al día para recoger dos bidones de agua para
regar un cultivo moribundo. Ha vuelto “El Niño”, y cada vez lo hará más a
menudo.
—
¿Por qué lo llaman así? No me gusta. Un niño
jamás provocaría la muerte a otro niño, ni dejaría sin cultivos a su pueblo, ni
mataría de sed a su familia…
—
No sé la razón, pero desde luego parece estar
jugando con nosotros cómo un travieso pequeñín con una capacidad infrahumana
para desestabilizar las cifras de población mundial cuando le viene en gana con
sequías que cada vez duran más y tardan menos en volver. Pero todavía hay lugar
para la esperanza, ¿has visto a esa gente que reparte comida y agua? Pues ayer
me contaron un plan para crear un gran pozo donde podamos guardar el agua que
recojamos, es obvio que los diamantes húmedos están apunto son para nosotros
vida, y por eso cuando no caen producen muertes. Sin embargo, Etiopía y los
pastores necesitamos que las cosechas no dependan de su llegada para parir sus
frutos. Ésta gente también dice que va a reponer cabras y ovejas y que, al
haber perdido 25 cabezas, nos repondrán 5 con comida y bebida para mantenerlas.
—
¡Menos mal abuelo! Imagina cómo íbamos a llevar
los bidones y los kilos de arroz si no fuera por nuestros animales.
—
Sí, pero me gusta más la idea del pozo y la de
un “pozo de semillas” o algo así también hablaron de ello.
—
¿ Y, qué es eso?
—
Al parecer, en caso de que la sequía decida
permanecer largos períodos en nuestras tierras amenazando a nuestra gente, podremos
reponerlas rápido si guardamos parte de las semillas en un pozo y no las
sembramos todas, cuando se pierda la cosecha dispondremos de semillas que
permitirán nutrir a las familias. Además, deberíamos tener eso que ví en la
tele que hay en otros sitios donde caen pocos diamantes. Es una máquina de
riego que lanza agua sola y así es difícil que la siembra se seque. Tu madre
podrá dedicarse a su propio huerto, más limpio y únicamente dedicado a cultivar
los alimentos que comemos en casa.
—
Todo eso me parece bien, y si no fuera por esa
gente y sus organizaciones de las que tu me hablas… Abuelo no es por nada pero…
para cuando el pozo esté construido tu ya estarás muerto ¿Qué vamos a hacer
hasta entonces?
—
Por desgracia la muerte es aquí quién manda
cuando la diosa Lluvia viaja a esas tierras del Norte donde cada vez pasa mas
tiempo. Hasta entonces solo podemos intentar estar sanos y ayudar a tu madre a recoger
agua ahora.
—
Ahora ya no podré dormir pensando en que mañana
tendremos que trabajar con unas cuantas vacas menos.
—
Hazme caso y pinta diamantes transparentes
cayendo del cielo y mojando las tierras ahora que te acuerdas de su forma,
quizás hasta nos traiga fortuna.
—
Y ¿de qué me sirve pintar algo que va a
desaparecer?
—
Ahora no lo sé, pero de momento, te ayudará a
dormir mejor esta noche…
Hace muchos, muchos años, allá por 2020, cayeron los últimos diamantes
húmedos en tierras etíopes. Dicen que todavía se aprecian en tierras no tan
lejanas, y que todavía mantiene cierta regularidad en el Norte de Europa y en
tierras Americanas que emergen al cruzar el atlántico. Seguro que habéis oído
hablar de ella, su dueña, la Diosa. La llamaban Lluvia.
La muerte, por oposición al agua, ni es un recurso escaso ni está en peligro de extinción en Etiopía; más bien al contrario. Con su actitud amenazante, acosadora y jactándose de una población demasiado subordinada a un clima dictatorial, “El Niño” dejará en 2016 a unos 2 millones de Etíopes sin acceso a agua potable, y hasta la próxima.