martes, 12 de enero de 2016

Elipsis Existencial: la desaparición de Agatha Christie


En ocasiones la mente nos confunde, otras forzamos su “confusión”, y otras veces, aún en plenas facultades, simplemente nos hacemos los suecos y dejamos la cuestión a gusto del consumidor, o en este caso, a libre interpretación del ciudadano.
Hoy, viendo las noticias, de nuevo me siento en el Día de la Marmota. Acontecimientos diferentes pero con protagonistas que repiten titulares. Niños famélicos, golpes de estado, bombardeos y ataques a civiles que dejaron de llamar la atención dada su asiduidad. Pero ya no alarmante sino degradante, es pensar que el ser humano es causante del 99% de dichas atrocidades que causan un una certidumbre de tragedia inminente. Y es que con la mundialización, también se globaliza el sufrimiento.
El caso es que anoche, escuchando a Nieves Concostrina en un podcast de Pretérito Imperfecto, ( programa de RNE que recomiendo si quieren aprender y pasar un rato divertido escuchando historias de muertos que la liaron parda) me asombró el misterio sobre la desaparición de Agatha Christie, de la propia autora quiero decir,  no de uno de sus personajes. Los acontecimientos ocurrieron en Diciembre de 1926 cuando la escritora desapareció diez días sin dejar huella ni testimonio de su paradero. La historia es larga, pero el final feliz. Christie, fue hallada en un lujosos hotel spa al norte de Inglaterra, sola, y  creyendo ser ( no haciéndose pasar por sino creyendo ser) Teresa Neele (apellido de la amante de su marido y criada de la casa familiar). Pero lo más impactante es que, renegando de su identidad, la mente de Christie creó y llevo a cabo su propia trama con la propia escritora como protagonista. Una realidad ensombrecida por la muerte de su madre y las sospechas de engaño de su marido necesitaron de una fantasía que sirviera de expectorante de la agonía vital.
Muchos escritores y artistas en general, defienden que la vida es arte. No se trata de que se amen y se odien, o de que estén destinados a comprenderse sino que son dos caras de una misma moneda. También he escuchado a veces, que estar loco no es perder el juicio, sino todo lo demás excepto el juicio precisamente, y ciertamente, así le ocurrió a la escritora inglesa quien “perdiendo” un rato el juicio ganó no perder todo lo demás. Al final, haciendo puente entre el podcast de RNE y el telediario de hoy protagonizado por la población siria de Madaya y el atentado al oeste de Turquía, me doy cuenta de cuan útil sería legitimar ciertos “momentos desagüe”, que desatanquen pesadumbres y desconsuelos. Quizás la sociedad necesite un purgatorio donde reflexionar y poder volver a nosotros habiéndonos percibido desde fuera, como ajenos, como Teresa Neele a Agatha Christie. Esa purga de pasiones quizás permitiría evitar coger las armas y matar a niños en las escuelas, o permitiría a ciertos mandatarios humanizarse frente a una población que come papel para “nutrirse” o daría tiempo para crear discursos y construir diálogo en respuesta a las desavenencias. Al fin y al cabo, todo proviene de un muro mental falto de empatía que podemos derribar, como hizo la escritora en su momento.

Agatha Christie lo consiguió en esa extraña introducción en una ficción que resultó no ser tal. Finalmente, admitió haber fingido una amnesia como coartada para evitar la locura real a la que le conducía su vida, o su entorno. Cuando Christie volvió a su rutina después de los diez días de elipsis, había cargado fuerzas para volver a empezar, para olvidar el odio, para tomar decisiones. Qué necesario sería legitimar el arte como vida en ocasiones y permitir la locura, si ésta nos curase de una realidad demasiado inverosímil. Sin duda, su mejor obra fue la única que no se publicó, la de su no-existencia.

Pretérito Imperfecto con Nieves Concostrina http://cadenaser.com/autor/nieves_concostrina/a/

No hay comentarios:

Publicar un comentario