En ocasiones la mente nos confunde, otras
forzamos su “confusión”, y otras veces, aún en plenas facultades, simplemente
nos hacemos los suecos y dejamos la cuestión a gusto del consumidor, o en este
caso, a libre interpretación del ciudadano.
Hoy, viendo las noticias, de nuevo me
siento en el Día de la Marmota. Acontecimientos diferentes pero con
protagonistas que repiten titulares. Niños famélicos, golpes de estado, bombardeos
y ataques a civiles que dejaron de llamar la atención dada su asiduidad. Pero
ya no alarmante sino degradante, es pensar que el ser humano es causante del
99% de dichas atrocidades que causan un una certidumbre de tragedia inminente.
Y es que con la mundialización, también se globaliza el sufrimiento.
El caso es que anoche, escuchando a
Nieves Concostrina en un podcast de Pretérito Imperfecto, ( programa de RNE
que recomiendo si quieren aprender y pasar un rato divertido escuchando
historias de muertos que la liaron parda)
me asombró el misterio sobre la desaparición de Agatha Christie, de la
propia autora quiero decir, no de uno de
sus personajes. Los acontecimientos ocurrieron en Diciembre de 1926 cuando la
escritora desapareció diez días sin dejar huella ni testimonio de su paradero.
La historia es larga, pero el final feliz. Christie, fue hallada en un lujosos hotel
spa al norte de Inglaterra, sola, y creyendo
ser ( no haciéndose pasar por sino creyendo ser) Teresa Neele (apellido de la
amante de su marido y criada de la casa familiar). Pero lo más impactante es
que, renegando de su identidad, la mente de Christie creó y llevo a cabo su propia
trama con la propia escritora como protagonista. Una realidad ensombrecida por
la muerte de su madre y las sospechas de engaño de su marido necesitaron de una
fantasía que sirviera de expectorante de la agonía vital.
Muchos escritores y artistas en general,
defienden que la vida es arte. No se trata de que se amen y se odien, o de que
estén destinados a comprenderse sino que son dos caras de una misma moneda.
También he escuchado a veces, que estar loco no es perder el juicio, sino todo
lo demás excepto el juicio precisamente, y ciertamente, así le ocurrió a la
escritora inglesa quien “perdiendo” un rato el juicio ganó no perder todo lo
demás. Al final, haciendo puente entre el podcast
de RNE y el telediario de hoy protagonizado por la población siria de Madaya y
el atentado al oeste de Turquía, me doy cuenta de cuan útil sería legitimar ciertos
“momentos desagüe”, que desatanquen pesadumbres y desconsuelos. Quizás la sociedad necesite un purgatorio donde reflexionar
y poder volver a nosotros habiéndonos percibido desde fuera, como ajenos, como
Teresa Neele a Agatha Christie. Esa purga de pasiones quizás permitiría evitar
coger las armas y matar a niños en las escuelas, o permitiría a ciertos
mandatarios humanizarse frente a una población que come papel para “nutrirse” o
daría tiempo para crear discursos y construir diálogo en respuesta a las
desavenencias. Al fin y al cabo, todo proviene de un muro mental falto de
empatía que podemos derribar, como hizo la escritora en su momento.
Agatha Christie lo consiguió en esa
extraña introducción en una ficción que resultó no ser tal. Finalmente, admitió
haber fingido una amnesia como coartada para evitar la locura real a la que le
conducía su vida, o su entorno. Cuando Christie volvió a su rutina después de
los diez días de elipsis, había cargado fuerzas para volver a empezar, para
olvidar el odio, para tomar decisiones. Qué necesario sería legitimar el arte
como vida en ocasiones y permitir la locura, si ésta nos curase de una realidad
demasiado inverosímil. Sin duda, su mejor obra fue la única que no se publicó,
la de su no-existencia.
Pretérito Imperfecto con Nieves Concostrina http://cadenaser.com/autor/nieves_concostrina/a/
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